El sueño es fácil de definir, ¿verdad? Cerramos los ojos, nos metemos en la cama y nos apagamos hasta el día siguiente. Nuestro cerebro no es más que un ordenador superavanzado, y dormir es el equivalente a apagar la noche.
¡Excepto que hay sueños!
De todos modos, no, no es tan sencillo. Todos sabemos lo importante que es dormir bien, tanto en términos de horas como de calidad del sueño. Todos sabemos lo cansados y agotados que podemos llegar a estar tras perder el sueño, y lo mucho que afecta a nuestra capacidad de concentración y productividad. ¿Pero por qué? ¿Por qué no basta con descansar nuestro cuerpo y nuestra mente sentándonos cómodamente durante unas horas escuchando música relajante o viendo una tranquila comedia en la televisión?
¿Qué es el sueño?
Aunque tenemos acceso a toda la ciencia que explica nuestros hábitos y prácticas de sueño, esta es una pregunta difícil de responder. Sabemos cómo se manifiesta el sueño. Sabemos cómo cambia nuestra conciencia. Sabemos cómo se inhiben nuestras capacidades sensoriales. Sabemos cómo se reduce nuestra actividad muscular, y cómo baja nuestra temperatura corporal, y cómo hay varias fases de sueño (REM y no-REM). Pero es difícil definir el sueño. Los propósitos y mecanismos del sueño siguen siendo objeto de intenso debate en la comunidad científica, y su prevalencia a lo largo de la evolución animal es objeto de gran interés.
Nuestra mejor hipótesis es describirlo como un comportamiento recurrente. Generalmente se produce en patrones que se relacionan con las horas de luz solar, y lo hacemos para permitir que nuestro cuerpo y nuestra mente realicen una serie de funciones que son más difíciles de hacer cuando el cuerpo está activo.
¿Qué le ocurre a nuestro cuerpo cuando dormimos?
Dos cosas, principalmente: la restauración y el procesamiento de la memoria.
La restauración afecta a todo nuestro cuerpo, mientras que el procesamiento de la memoria forma parte de una compleja red de procesos que afecta a nuestro cerebro.
Por restauración no entendemos nada que no ocurra de todos modos durante el día. Nuestras células, estructuras musculares e incluso el tejido óseo se reconstruyen constantemente. La razón por la que estos procesos están asociados al sueño es que cuando dormimos nuestro metabolismo se ralentiza enormemente. La temperatura de nuestro cuerpo desciende (de ahí la necesidad de contar con deliciosas mantas calientes) y nuestra capacidad de generar oxígeno reactivo se reduce. Todo esto ayuda a nuestro cuerpo a curarse y reconstruirse mucho más rápidamente. Por eso, la falta de sueño nos afecta de forma inesperada, debilitando literalmente nuestros músculos y huesos. Siempre se reconstruye, pero es menos eficiente.
Hay muchas cosas que todavía no entendemos sobre la restauración. Hay estudios que señalan que el sueño afecta a nuestro sistema inmunitario. Incluso hay vínculos entre el sueño y el crecimiento de los niños. Todo esto puede estar relacionado con nuestro sistema endocrino, ya que sabemos una cosa segura: el sueño está gestionado por las hormonas.
¿Cómo sabemos cuándo debemos dormirnos?
Hormonas. Exactamente. Los seres humanos tienen algo llamado reloj circadiano. Es una especie de reloj interno, que se ve afectado por la luz del sol, el cansancio, el físico, etc. y que indica al cuerpo cuándo es el momento de desconectar y cuándo es el momento de dar la bienvenida al nuevo día. Lo hace introduciendo hormonas en el torrente sanguíneo, como la melatonina. El reloj circadiano es un objeto de precisión, frágil, y bastan pequeños cambios para desajustarlo. Una cama incómoda, o incluso una pequeña fracción de luz, pueden perturbarla y suprimir algunas hormonas, fomentando otras, despertándonos a horas inusuales o dificultando la adaptación a nuevas rutinas (¡hola jet-lag!).
¿Hemos hablado del cerebro?
Sí, lo hemos hecho. Porque son muchas las cosas que le ocurren a nuestro cuerpo durante el sueño, pero el cerebro es sin duda la parte de nuestro sistema que más se ve afectada. El cerebro sólo descansa realmente durante el sueño. Incluso durante los momentos de gran tranquilidad, si está despierto, el cerebro consume el 20% de toda la energía que produce el cuerpo. Durante el sueño, la actividad cerebral se reduce drásticamente, excepto durante los períodos de sueño REM, cuando soñamos.
Está prácticamente aceptado que la conversión de los recuerdos a corto plazo en recuerdos a largo plazo se produce durante el sueño. Por eso, los estudiantes que toman directivas para preparar los exámenes obtienen resultados mucho peores que los que duermen bien antes de una prueba. El sueño es el momento en que nuestro cerebro capta nueva información.
También es durante el sueño cuando nuestro cerebro se recarga. Cuando estamos despiertos, nuestro cerebro consume activamente un compuesto llamado trifosfato de adenosina (ATP) que es responsable del almacenamiento y transporte de energía a corto plazo. Cuando dormimos, nuestro cerebro se repone. Si alguna vez te has preguntado por qué no puedes pensar cuando estás privado de sueño... lo más probable es que esa sea la razón. Tu cerebro necesita una recarga de ATP.
¿Y los sueños?
Os sonhos são uma realidade acerca da qual sabemos ainda menos. Muitas diferentes explicações já se propuseram para a função do sonho. Serão representações simbólicas dos nossos desejos e carências? Serão visões de outros mundos? Ninguém sabe.
Sabemos isto: acontecem durante a fase REM (do inglês rapid-eye movement) do sono, que é uma parte relativamente pequena do nosso ciclo. O sono REM é indispensável tanto para mamíferos como para aves (sim, os pássaros também sonham!), visto que animais privados deste tipo de sono no âmbito de experiências científicas não sobreviveram.
Mas o facto é que não sabemos porquê.
Esto es lo que sabemos
El sueño es fundamental. Y dormir bien y cómodamente es clave para mantener todo nuestro sistema en buena forma. El lugar en el que dormimos y nuestra comodidad durante el sueño son esenciales para asegurar que obtenemos la cantidad necesaria de tiempo de sueño (7-9 horas en adultos) y una sucesión regular de las distintas etapas del sueño.
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